martes, 28 de agosto de 2012


Teoría del Caos.

Si tuviéramos que justificar y remontarnos a los orígenes de esta teoría, quizás, deberíamos partir de los estudios en 1890, cuando Henry PointCare, publica un artículo en el cual expone el problema de los tres cuerpos (cómo se predice el comportamiento de la Tierra, la Luna y el Sol); no es resoluble con las leyes de Sir Isaac Newton. Lo que observa, es que pequeñas variaciones en las condiciones iniciales conducen a resultados totalmente distintos a los esperados, impidiendo de este modo cualquier tipo de predicción.

En 1963, ochenta años más tarde, el meteorólogo Edward Lorente, realizó una investigación apoyándose en las matemáticas de PointCare, para crear un modelo matemático del sistema que estaba estudiando; en el que se trataba como variables entre otras, la velocidad del viento y  la temperatura. Lorentz, mediante este estudio, demostró que es prácticamente imposible realizar con éxito una predicción meteorológica fiable, pues es necesario delimitar las condiciones iniciales con un absoluto grado de exactitud. En la práctica en el campo de la meteorología eso es una utopía. Esta propiedad, la de ser altamente dependiente de las condiciones iniciales, fue bautizada por Lorentz como el “efecto mariposa”, el cual viene a decirnos que una mariposa batiendo las alas en Hong-Kong puede ser uno de los factores desencadenantes de un tornado en Texas. Otra denominación del mismo concepto bastante intuitiva es la de “dependencia sensible”.

Ochenta años de diferencia entre una y otra investigación y las mismas conclusiones: la alta dependencia del comportamiento de un sistema de las condiciones iniciales y por ende, la complejidad que presenta la predicción de futuros estados del mismo. Toda sensación de poder controlar y dominar un sistema y por tanto, el determinismo puro y duro, triturados. La causa de este resultado: el enfocar el problema desde otra óptica, en ese caso el emplear unas matemáticas distintas a las tradicionales.

A partir de aquí, se crean las bases de lo que más adelante se vendría a denominar como la Teoría del Caos.  (Pérez Pla, 2007, 2 y ss.).

La Teoría del Caos se emplea en el estudio de una gran variedad de sistemas y procesos, debido a su ubicuidad que queda reflejada en las siguientes sentencias:

  • La complejidad puede aparecer en sistemas naturales y artificiales, así como en estructuras sociales y en las relaciones humanas.
  • Los sistemas dinámicos complejos, pueden ser muy grandes o muy pequeños, en realidad en algunos sistemas complejos los componentes grandes y pequeños cooperan mutuamente.
  • El sistema nunca es completamente determinista ni completamente aleatorio, exhibiendo ambas características.
  • Las causas y los efectos de los acontecimientos que el sistema experimenta no son proporcionales.
  • Las diferentes partes de un sistema complejo están unidas y se afectan entre sí de una forma sinérgica.
  • Hay realimentación positiva y negativa. El nivel de complejidad depende del carácter del sistema, de su entorno y de la naturaleza de las interacciones ente sus componentes.

Schuschny, 2007, representa la relación entre complejidad y caos, en cuanto a la influencia de las variables en el sistema de la siguiente forma: (esquema abajo sobre complejidad y caos).

                      


Tomando estas propiedades como base para catalogar a un sistema o proceso, que las posea como caótico o complejo el número de ocurrencias que aparecen en nuestro mundo y universo es sorprendentemente enorme. De este modo,  la teoría del caos, se utiliza en el estudio del flujo del tráfico, los cambios del tiempo, dinámica de población, en el comportamiento o pautas organizativas, desarrollo y decadencia urbanas, arritmias del corazón y epidemias.

También ha penetrado en campos sociales y humanísticos, el Caos se emplea en el estudio de la bolsa, la cual tiene un comportamiento altamente sensible y dependiente de las condiciones económicas, sociales y políticas, haciendo que sea un sistema realmente difícil de predecir. De igual forma, vemos el Caos aplicado a estudios de historia humana, en la cual al igual que en un sistema caótico, observamos que ciertos acontecimientos como el nacimiento y caída de una civilización, siguen ciertos patrones parecidos pero nunca semejantes, es decir; dos hechos exactamente iguales nunca se repiten. En este tipo de sistemas los efectos no son consecuencia directa de las causas, aparecen como propiedades emergentes derivadas de la interrelación de todas y cada una de las partes del sistema entre sí mismas y con el entorno. El todo influye en el todo, nada es fútil o irrelevante y por lo tanto descartable. 

Las teorías del caos son un conjunto de teorías referidas a los sistemas dinámicos caracterizados por su complejidad. Este conjunto engloba la teoría de los sistemas abiertos alejados del equilibrio, la teoría de las catástrofes, la teoría de los atractores extraños , la teoría de los sistemas complejos adaptativos, la teoría del caos determinista, la teoría de la criticalidad autoorganizada, o la teoría de los sistemas autopoiéticos entre las más destacadas. (Navarro, 2000, 137).

Siguiendo a Navarro (2002, 48). “Se pueden distinguir dos enfoques clásicos en los estudios del caos. El primero de ellos e centra en el orden oculto que existe dentro de los sistemas con dinámicas caóticas (sistemas caóticos)… Entre los máximos representantes de este enfoque encontramos a autores tan significativos en el estudio de los sistemas caóticos como Edgard Lorentz, Mitchell Feigenbaum, Benoît Mandelbrot, Chris Langton y Stuart Kauffman o los miembros del conocido Grupo de Santa Cruz: Robert Shaw, Norman Packard, Doyne Farmer y James Crutchfield. El segundo enfoque centra su atención en el surgimiento espontáneo de orden, de autoorganización en las estructuras que surgen en condiciones de alejamiento de equilibrio de los sistemas, cuando la producción de entropía es elevada… Al contrario que en enfoque anterior, en éste existe una figura central que monopoliza la cuestión como es Ilya Prigogine”.

La aplicación de estas teorías en diversos ámbitos y disciplinas, data inicialmente a finales de los años 50 y principios de los 60, cuando a las órdenes del profesor Forrester del M.I.T. (Massachussets Institute of Technology), se ideara una metodología destinada a ser aplicada en la dinámica de sistemas, para resolver problemas de determinadas empresas, denominándose dinámica industrial.

Posteriormente, se aplicó a sistemas urbanos, surge así lo que se denominó la dinámica urbana y dinámica regional, con una utilidad de aplicación socio-económicas. Con posterioridad, con la incorporación de modelos de simulación informática, los campos de aplicación serán muy diversos, pasando por sistemas sociológicos, sistemas energéticos, sistema judicial, sistemas ecológicos, medioambientales, problemas de defensa, simulación de problemas logísticos, etc. (Aracil, 1995, 12-14).

La complejidad se ha incorporado en la actualidad, a la investigación psicológica (Rae, 1993; Robertson y Combs, 1995; Scott, 1991). Destacan los trabajos de Abraham y Gilgen (1995) en Psicología Básica (control motor, percepción, atención, producción de lenguaje y desarrollo humano), así como los trabajos de Kenrick, Ac- kerman y Ledow (2003a), Kenrick, Li y Butner (2003b), y Kenrick, Maner, Butner, Li, Becker y Schaller (2002) en Psicología Social Evolutiva, al analizar la evolución cultural como un producto emergente a partir de interacciones complejas entre procesos psicológicos. Una propuesta de integración de las perspectivas evolucionista y dinámica, aplicada al análisis de la cultura, la tenemos en Gómez-Jacinto (2003). Los inicios de la metodología no lineal en Psicología se pueden ver en el trabajo de Lord y Novick (1968).

La complejidad está alumbrando la investigación de fenómenos psicosociales como la influencia y el cambio de actitudes (Nowack y Vallacher, 1998; Vallacher y Nowack, 1994), el self (Briggs y Peat, 1989; Codina, 2005) y, por supuesto, las organizaciones laborales (Guastello, 1995). Los inicios de la aplicación de la teoría del caos a la explicación de los fenómenos sociales podemos situarlos en el
Trabajo pionero de Cronbach (1988). La perspectiva de la complejidad nos ayuda a ver las organizaciones humanas, por ejemplo, las organizaciones laborales, como Sistemas Adaptativos Complejos (Navarro, 2000, 2001 y 2005; Stacey, 1995, 1996a; Stacey, Griffin, y Shaw, 2000; y Thiétart y Forgues, 1993). Recopilación de (Pastor y García-Izquierdo, 2007).

Así, mismo Schuschny, 2007, considera los sistemas dinámicos caóticos como:

         Caos es el comportamiento impredecible de un sistema determinístico.
         Exhiben “sensibilidad a las condiciones iniciales” (efecto mariposa).
         Producen fluctuaciones acotadas pero impredecibles.
         La dinámica se representa en forma de atractores extraños, lo cuales tienen una estructura fractal.
         Nos ejemplifican que la impredictibilidad de un sistema puede no deberse a nuestra ignorancia, sino que puede ser una propiedad intrínseca de los mismos sistemas (incerteza irreducible).
         Llevemos esta metáfora a la realidad social…. ¿que nos queda para la planificación estratégica?

Los Sistemas Adaptativos Complejos, muestran patrones caóticos propios de una dinámica no lineal indeterminada, incierta e impredecible, pues las interacciones o fluctuaciones están sujetas a un ruido (ambigüedad), que nos impide especificar su evolución con total certeza. Así, desde la perspectiva de la complejidad, la predicción y el control son redefinidos en términos de atractores (un atractor es un estado al que tiende un sistema por su propia dinámica y en el que se asienta de una manera relativamente estable); atractores que pueden ser puntuales (un nuevo patrón de comportamiento), periódicos (que se repiten, formando un comportamiento característico) y caóticos (sensibles a las condiciones iniciales). (Pastor y García, 2007).

En esta misma línea, y tomando como base la ambición del control dentro de las organizaciones aparece el caos determinístico como:

• Caos es el comportamiento impredecible de un sistema dinámico determinístico.
• “Sensibilidad a las condiciones iniciales” (efecto mariposa). Fluctuaciones acotadas e intermitencias impredecibles.
• La dinámica se representa en forma de atractores extraños
• Incerteza irreducible: la impredictibilidad de un sistema puede no deberse a nuestra ignorancia (error propagado), sino ser una propiedad intrínseca de los mismos sistemas.
• Metáfora: planificar o tener visión. (Andrés Schuschny, 2008).

 Mi propuesta es aplicar esta teoría desde el paradigma de la complejidad, para interpretar la realidad de los centros educativos como sistemas caóticos pero no desordenados, en los cuales bajo un aparente desorden, se rigen dichos centros, por procesos predecibles, sensibles a las condiciones iniciales y fuertemente dinámicas frente a los atractores.

Será necesario, examinar los procesos y dinámicas que subyacen en la actividad educativa, como un todo interrelacionado de los elementos que participan en dicha actividad humana y donde la suma de las partes o elementos no predicen el funcionamiento de todo el centro educativo.

La diversidad de subsistemas que conforman la escuela o centro educativo: familias, docentes, alumnos, directivos, inspectores, personal laboral, etc., determinan una estructura compleja que requiere un análisis capaz de ver esa complejidad como totalidad. Y donde los procesos o dinámicas que producen uno o algunos de dichos elementos, desencadenan un nuevo orden que implica a  todo el centro educativo o sistema.

En esta línea, tenemos ejemplificaciones de la aplicación de la dinámica de sistemas como metodología para formar a los alumnos en proyectos como el K-12 de la MIT a cargo del profesor Forrester, (SDP, 2007),  en orden a proyectos en los que vehiculan un conglomerado de disciplinas para la consecución de una formación unificada u holística. O lo que se ha dado en llamar la Pedagogía del caos o de la complejidad, aplicada al ámbito universitario de Venezuela (Carolino, 2004).

                                                                                                    Charo Mayo Pérez, agosto, 2012.


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Mi mas profundo agradecimiento al Dr. Luís Carro Sancristobal de la Universidad de Valladolid, que en todo momento me prestó su dedicación, ayuda y documentación.